Si quisieras, si un día lo entendieras, no puedes dejar de bailar esa danza negra. Un día más, solo un día puede acabar con mi vida.
La larga espera, como si mi lucha fuera eterna, pero sé que lo podemos buscar, podemos seguir adelante. Disfrutar el final. Las horas pasan, los momentos pasan, en un instante lo siento delante. Te toca decidir si sigues estando presente o prefieres echarlo a suertes.
Joana, mi vida, sabes que la razón toda me inunda, sabes que sin tí no puedo, ni quiero, seguir viviendo. Porque si solo pretendiera pensar una larga vida, si supiera apostar diría que sin tu amor no merece la pena respirar. No hay felicidad. Una vida vacía, no hay más que anhelo que resquebraja el hielo y que sigue siendo un amor sin pesar.
Un último suspiro, una larga exhalación que te permite ver la verdadera ocasión en la que, de verdad, estás junto a mí. Si llegas tarde, siempre si llegas tarde, todo se puede apagar. Ya sé como bajar el telón. Ya sé que no me puedes olvidar. Seguro que mis líneas se sienten lejanas, que mi corazón late despacio, que mi rabia te atormenta porque, mi Joana, para mí es igual.
No puedes dejarlo escapar.
Es un sentimiento que atraviesa, que mi alma ya por fin acepta y por el que merece la pena regresar, volver a empezar y sentir que sigue siendo igual de electrificante ese primer beso. Que podemos soportar bien las distancias y que una vida entera, todo lo que conlleva, no puede ser sin estar tu en ella.
Consigues hacer que todo cambie para mí, que mi corazón baile, hacerme feliz. Sentir que, en un solo momento, eche de menos una caricia, que anhele la ligera brisa que nos invadía al despertar.
Porque sé que lo sabes, aunque cada vez es más complicado de explicar, que eres mi vida, mi niña. Que te necesito...
Y que me lo demuestras a cada instante, que para tí es igual.